Hoy, mientras jugaba en las canchas de baloncesto, me di cuenta de que soy un buen tirador, especialmente cuando equilibro el balón, calculo su peso y mido las dimensiones. Al lanzar el tiro, me va bastante bien. Reflexionando, me di cuenta de que esta facilidad proviene de cómo, cuando era niño, también lanzaba el balón de la misma manera. Me tomaba el tiempo para jugar con él, botarlo, explorarlo, tocarlo, sentirlo e incluso observarlo. Creo firmemente que cuando uno es niño y tiene esa oportunidad de exploración, se desarrolla una comprensión espacial que facilita mucho el desempeño en actividades como el baloncesto.
Esto me lleva a pensar en la música, y lo importante que es para un niño, en mi caso, mi hija Isabel, familiarizarse con su instrumento desde una edad temprana. Es crucial que un bebé tenga el violín frente a él, que lo vea, lo toque con sus manos, lo gire y, en pocas palabras, se familiarice con sus dimensiones.
He notado que esta familiaridad temprana marca una diferencia significativa en el estilo de aprendizaje. Como alguien que ha enseñado a muchos niños, me doy cuenta de que aquellos que no tienen experiencia previa con un instrumento suelen tocar de manera un poco rígida, a pesar de realizar muchos ejercicios. No es lo mismo que cuando alguien ha tenido la oportunidad de experimentar libremente con el instrumento desde pequeño.
Isabel, por ejemplo, pasa tiempo jugando con su violín, guitarra o piano. A veces, incluso, se para en el piano y empieza a tocar con los pies. En otras ocasiones, gira el violín en sus manos, o rasguea la guitarra con ambas manos, lo cual no es común, ya que normalmente se rasguea con una sola mano. Pero ¿por qué no? Al final del día, estas experiencias y este acercamiento tan prematuro son lo que permite que su mente desarrolle de manera innata una comprensión espacial y dimensional del instrumento y su ejecución.
Creo que esta es una de las muchas razones por las que es vital educar lo más temprano posible. Cuando los niños crecen sin esta experiencia, su ejecución puede volverse rígida, como sucede con muchos de mis alumnos que comenzaron a aprender más tarde. Por otro lado, aquellos que han tenido un acercamiento natural y fluido desde una edad temprana, como Isabel, muestran un desenvolvimiento mágico, porque su mente ha procesado incluso aspectos que ni siquiera yo, como adulto, comprendo.
El otro día, Isabel estaba tocando el piano, y mientras la observaba, descubrí funciones y conexiones que nunca había notado, solo por el hecho de que ella presionaba los botones de forma aparentemente al azar. Lo mismo me sucede cuando usa la computadora, activando funciones que yo no sabía que existían. Me quedo pensando que, si no la hubiera visto hacerlo, seguiría sin conocer esos aspectos.
Esta es mi reflexión sobre la importancia de la exploración temprana y su impacto en el aprendizaje natural.
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